Por:
Margarita Lucía Granados Ripoll
Desde
el año 2007 el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en asocio con la Organización para la Agricultura y Alimentos
(FAO) y Messe Dusseldorf han venido promoviendo una iniciativa que
tiene como propósito reducir el impacto ambiental que genera la producción de
alimentos en recursos como el agua, el suelo, el aire y así proteger la
seguridad alimentaria global. Cabe anotar, que ésta iniciativa fue el lema que
tomó el PNUMA para realizar la
celebración del día mundial del medio ambiente en el año 2013 y que tuvo como país anfitrión de la misma a
Mongolia que en el 2012 fue galardonado con el premio Campeón de la Tierra, por
hallarse en la transición de implementar la economía verde.
Tambien,
se sumó a ésta iniciativa el Secretario
de las Naciones Unidas Ban-ki Moon con
su Programa denominado ¨Reto del hambre cero¨, donde resaltó la importancia de que
todos a nivel global tomemos conciencia de aplicar el consumo responsable de
alimentos para evitar el despilfarro, teniendo en cuenta que 1 de cada 7
personas en todo el mundo se va a la
cama sin comer y lo más entristecedor
aún es que más de 20.000 niños menores
de 5 años mueren de hambre cada día, situación que nos invita a todos a
reflexionar sobre nuestros estilos de vida y de consumo y como estos generan desequilibrios
entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo.
Ahora
nos surge un interrogante que es ¿Cómo podemos reducir nuestra huella
alimentaria?, sencillamente responsabilizándonos de nuestro consumo y
comprando los alimentos que en realidad
requerimos, estableciendo los espacios donde se vincule a los estamentos
gubernamentales, al sector privado y a todos los actores de la sociedad
civil y se diseñen las políticas
públicas, leyes y campañas de
sensibilización a que haya lugar con el fin de eliminar el despilfarro
alimentario. Se debe invitar a los organismos internacionales encargados de establecer los estándares de
calidad e inocuidad alimentaria
relacionados con aquellas
materias primas que están en buen estado para ser consumidas y son
rechazadas por ser consideradas un producto ¨No Conforme¨. Acciones que han
propiciado los desperdicios alimentarios
y no es un secreto para
nadie que la descomposición de los
alimentos indiscriminadamente produce, altas emisiones de gas metano que es uno
de los coadyuvantes de que se origine el efecto invernadero.
Por
otra parte debemos tener claro que el sistema
global de producción de alimentos
acarrea profundas consecuencias a
nivel ambiental , porque se están
produciendo más alimentos de los que se consumen, incrementado la
presión del planeta partiendo del hecho de que solo un 20% de todos los campos
son cultivables, el 30% de los bosques y el 10% de los pastizales están
sometidos a degradación, a su vez, se ha registrado la desaparición a nivel
global de un 9% del recurso hídrico gracias
a los sistemas de riego agrícola que ha sido empleada en un 70%. Sin dejar de
lado que la agricultura y los cambios que han sufrido los suelos, han
contribuido en más de un 30% a la producción de los gases efecto invernadero (GEI),
como también el exceso de la pesca y mala gestión ha favorecido al
descenso de peces en un 30% de los
bancos marinos que se consideran hoy en
día sobreexplotados. Finalmente, a nivel
global el sistema agroalimentario emplea el 30% de la energía destinada al
usuario final.
¿ Qué podemos
hacer al respecto?
ü Piensa y haz una lista: Esto nos permite saber qué es lo que realmente
requerimos comprar para alimentarnos.
ü Cultiva tus propios alimentos: Crea una huerta orgánica en tu casa, existen diversas
alternativas para crearla. En internet puedes encontrar tutoriales gratuitos y
en páginas especializadas como www.labioguía.com, puedes intercambiar
información y aprender muchos tips.
ü
Nunca realices tus compras con el
estómago vacío: Está comprobado que el estómago tiene una estrecha relación con nuestra
conducta y rendimiento, es decir, que si
una persona tiene hambre no hay poder humano que facilite que ésta pueda
concentrarse en sus actividades y las llegue a desarrollar correctamente. Es
por ello que si realizamos las compras de nuestros alimentos en ese estado,
incurriríamos en el error de adquirir productos que en realidad no requerimos y
no nos aportan ningún valor nutricional y por ende estaríamos propiciando el
despilfarro alimentario.
ü
Planifica cada comida: Si sabemos cuántas raciones de
comida consumimos al día de acuerdo a nuestro hábito alimenticio, esto nos
puede ayudar a emplear la comida que tenemos a la mano.
ü
Prepara las cantidades necesarias: Si eres de aquellas personas que
se caracterizan por tener un buen apetito debes ponerle un límite a tu
estómago.
ü
Aliméntate: Lo recomendable es que lo hagas
con productos que aún estén frescos.
ü
Cómete primero los restos y/o sobras de
aquellas comidas que quedaron del día anterior.
ü
Guarda los restos y/o sobras... ¡No
los botes! :
Puedes ponerlos en el congelador para
calentarlos bien sea el mismo día o para el día siguiente. Y si eres más
creativo (a) tienes la opción de inventar tus propias recetas; en el caso de
que tengas mascotas puedes alimentarlas con ellas, o lo que es mejor aún puedes tomar los restos de desechos orgánicos
producto de la preparación de los alimentos y realizar tu propio abono orgánico
que lo puedes utilizar, en tu propia huerta o simplemente venderlo.
Sea
cual sea la estrategia de ahorro alimentario que empleemos lo importante es que
contribuyamos de forma amorosa y responsable a que vivamos en un mundo sostenible
donde todos tengamos acceso a una buena alimentación, sin degradar los recursos
y de manera sostenible.
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