La siembra de árboles es
clave para fortalecer la sustentabilidad ambiental de un territorio y no
debería ser tarea exclusiva de los gobiernos. Plantar un árbol es una acción
efectiva que puede ser ejecutada por ONGs, universidades, empresas o cualquier
barranquillero que desea contribuir hacia una ciudad que busca adaptarse a los efectos
del cambio climático.
Adicionalmente tenemos el reto de
cumplir con los nueve metros cuadrados por habitantes de zonas verdes que
sugiere la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, los proyectos de
siembra deben desarrollarse entendiendo los contextos de la ciudad y procurando
sembrar especies nativas o adaptadas que ayuden a cumplir con el importante
objetivo de proteger nuestros ecosistemas urbanos y al mismo tiempo busquen
reducir el estrés que provoca el calor propio de una ciudad como Barranquilla.
Para Amín Ariza Donado, reconocido ambientalista y director
del Programa Técnico de Sustentabilidad Ambiental de la Escuela Dr. Amin Ariza, entre las especies adecuadas para sembrar
en Barranquilla se encuentran el Roble Morado, Roble Amarillo, Olivo Verde o
Bonga, así como aquellos que han sido adaptados como el Mango y Almendro.
"Hay un error frecuente en programas de siembra en
entidades públicas o de responsabilidad empresarial en el sector privado y es
la distancia de siembra entre árboles o la profundidad adecuada", explicó
el experto.
El investigador explicó que las raíces de los árboles deben
crecer de manera vertical y esto se consigue construyendo pequeños tanques a 50
centímetros de profundidad y con arena negra a metro y medio de profundidad. De
lo contrario se presentarán daños en las estructuras de terrazas, tuberías,
patios y andenes.
Por otro lado las acciones de
siembra son oportunidades de emprendimiento verde para jóvenes
que promueven la defensa del planeta y una manera en que las empresas compensen
su huella de carbono y fortalezcan sus programas
de responsabilidad ambiental.